Esto de que profesores universitarios sean propuestos por partidos políticos para ocupar cargos en algunas instituciones o consejos tiene su peligro para los docentes en cuestión.
Se
ha hablado mucho de la erótica del poder y la tentación debe ser “importante”
cuando hay tantos seducidos, pero los perjuicios que acarrea el perder la
independencia y verse ninguneado por ciertos sectores de la oposición, no creo
que compense.
Esta semana hemos tenido un ejemplo en las Cortes Valencianas a cuenta de la formación del Consejo de Transparencia, órgano cuya principal labor es velar para que el Consell cumpla la Ley de Transparencia en la Comunidad Valenciana.
5
candidatos (uno por cada partido con representación de la Cámara: PP, PSPV, Podemos,
Compromís y Ciudadanos) para 4 puestos; todos de reconocido prestigio pero uno
“manchado” por ser recomendado por un partido poco “popular” por decir algo
suave.
De
nada sirve su profesionalidad avalada por años de experiencia y prestigio en
otros foros no políticos.
A
estas alturas debería darse cuenta, el susodicho, que el apoyo y “empuje” de
cierto partido es un lastre en su carrera.
Al final, como queda muy feo eso de dejar sin consejero a uno de los partidos más votados en las últimas elecciones valencianas, se ha optado por ampliar el número de miembros. Serán 5 consejeros cuando el tripartito (PSPV, Compromís y Podemos) cambie la ley para no dejar a nadie sin “sillón”.