Nada puedo hacer salvo gritar ¡Basta!


A veces da asco vivir en este mundo y te dan ganas, si pudieras, de coger una aeronave e irte a vivir a una estación espacial. Allí tan solo verías como es de pequeñito el planeta Tierra y tendrías como compañero al silencio más absoluto.
Precisamente ayer se conmemoraban los 45  años del primer viaje del hombre a la Luna (20 de julio de 1969)


Todo esto viene por el bombardeo, y nunca mejor dicho, de noticias sobre muertes en Palestina/Israel o en Ucrania con el avión derribado.
Deberían escandalizarnos tantas muertes. Mejor dicho, debería escandalizarnos tan solo una muerte de cualquier persona.
Es, además, increíble que se intenten justificar con argumentos tan manidos como la defensa propia, "tú me has hecho más" o "a ver si ahora se toman en serio nuestras reivindicaciones".

La ley humanitaria internacional (Protocolo Adicional a la Convención de Ginebra para la Protección de las Víctimas de Conflictos Armados, en el punto siete de su artículo 51) prohíbe la utilización de civiles como escudos, también proscribe el ataque de objetivos civiles.



Veo con estupor como las televisiones o las redes sociales están inundadas de imágenes de gente destrozada, mutilada, sobre todo de niños, y yo me niego a mostrar aquí y en ningún sitio dichas imágenes que lo único que hacen es insensibilizarnos de tanto que vemos.





Lo único que se me ocurre hacer es escribir esta entrada y aunque sea un grito estéril, yo digo: