Negro cuento de Navidad

Iba a pasar en soledad las fiestas de Navidad. ¡Vaya novedad! Ya no recordaba las veces que se había sentido así.
Sus hijos ya eran mayores y además no se hablaban con él.
Su mujer le había tirado de casa otra vez. Lo bueno que tenía eso es que los vecinos no escucharían los portazos y los gritos a los que les tenían acostumbrados.
Sus padres se habían ido a Madrid, a pasar las fiestas con su hermana, esa que también no quería saber nada de él.
Y sus amigos tenían familia con quien pasar esos días.
Él estaba solo pero es que se lo había ganado a pulso.
Sí, tenía éxito profesional, pero su vida era un auténtico desastre.
Sin querer, y queriendo, se había encargado de que toda persona que le estimaba saliera huyendo después de los "zarpazos dialécticos" que les arreaba.
Pero el Karma pasa factura. Todo lo que haces se te devuelve y por eso estaba solo.

Al llegar al hotel donde iba a pasar la noche de Nochebuena, encendió el ordenador, el único compañero que iba a tener ese día y vio en su bandeja de correo un mensaje.
Otra persona a la que hizo daño y que se negaba a dejarle en paz.
Ni se molestaría en contestarle, total para qué, no cambiaría nada en su vida, seguía estando solo.

Pasó la Nochebuena y llegó Navidad.
Esa mañana la chica de la limpieza se lo encontró tendido en la cama muerto.
Su corazón se había parado de tanto hielo acumulado.

Una esquela en un periódico, unas lágrimas fingidas en su entierro y nada más. Su paso por este mundo había sido sin pena ni gloria. Tantos éxitos profesionales, tan buena fachada, para nada.
Vivió solo y murió solo el día de Navidad.