Legal pero no ético

 


La ley y la ética se mueven en distintos planos.

Todo lo que está permitido o regulado por las leyes no tiene porque ser lo que se debe hacer o lo que es correcto hacer.

Ejemplos de esto los tenemos, desgraciadamente a diario, en la política española.


La semana pasada se destapó que dos señores diputados, Federico Trillo y Vicente Martínez  Pujalte, asesoraron a una empresa constructora que contrataba con la Administración y las retribuciones de estos asesoramientos, superaban con mucho las retribuciones de un consejo de administración externo en una empresa mediana.

La ley prohíbe recibir dos sueldos públicos al mismo tiempo o el desempeño de un trabajo en el sector privado mientras se es diputado o senador (hay algunas excepciones a dicha ley) por lo que estos dos señores estaban dentro de la legalidad; otra cosa es que estos hechos fueran moralmente correctos ya que se aprovecharon de su cargo para beneficiarse ellos y a terceros gracias a su  “gran conocimiento de la economía y del país”.

Los políticos se acostumbran a un nivel de vida que requiere de unos ingresos adicionales.

Los empresarios oportunistas ven las ocasiones de hacer negocio acercándose a los cargos públicos para obtener favores.


Debería primar lo ético frente a lo legal porque sino se podría pensar que los señores políticos están en otros intereses y no en los intereses de los ciudadanos.