La ofrenda

La tarde había sido un no parar pues tocaba engalanarse para la ofrenda. 

Estrenaba traje y me sentía una estrella de cine que iba a la noche del estreno de la película donde era protagonista.

Enfilaba ya la calle hacía la plaza de la Virgen acompañada de mi comisión. Todas llevábamos nuestros ramos.

De pronto la vi, tan solo era una imagen pero me recorrió un hormigueo por todo el cuerpo. Sentí una emoción especial y unas lágrimas de felicidad asomaron a mis ojos.

Estaba allí y yo no era la protagonista, era ella, la Virgen de los Desamparados.