No es una receta pero va de cocina

El lunes pasado, rompiendo mi buena costumbre de no ver nada de televisión, encendí el aparato y zapeando aterricé en el programa "Top Chef".
Lo vi empezado pero me picó la curiosidad y continué observándolo cada vez más sorprendida.
Los aspirantes "peleaban" en una sesión maratoniana de 9 horas para ser uno de los doce concursantes de este show televisivo.
Aunque los participantes son cocineros de profesión no se me ocurriría ir a ningún restaurante suyo después de ver lo que cocinaban. Dentro del tremendo caos que era verlos guisar allí, me sorprendería que algún plato fuera comestible. Estaban muy bien presentados, al estilo de la nueva cocina que es muy visual pero con poca comida. Si te los presentan en un restaurante sales con hambre y un cabreo de impresión por la tremenda factura.

Sobre todo aluciné con un tipo que, aparte de ser un mal educado y un ególatra, cocinó un huevo que no era huevo (tomate), congeló la placa de inducción con hidrógeno líquido, no le salió el plato y milagro de los milagros salió seleccionado para concursar.


Todo lo visto, que no fue poco, me lleva a pensar que el programa es puro espectáculo y que de verdadera cocina no hay nada.
Por eso me declaro fan incondicional de Karlos Arguiñano.
Su cocina es sencilla (recetas fáciles de hacer sin grandes elaboraciones y con productos del día a día), limpia y ordenada (hay que ver que limpito deja todo mientras cocina) y divertida (sus chistes no tienen desperdicio).

Por cierto, a su restaurante sí que he ido y comí de maravilla no saliendo cabreada por lo que me había costado ni por lo que había comido.