El origen de esta conocida expresión viene de la frenética iniciativa legislativa que desarrolló el presidente de los Estados Unidos de América, Franklin D. Roosevelt, en los primeros cien días de su gobierno allá por 1933.
Desde
entonces esta locución se dirige a todos los gobernantes como margen de
cortesía para que puedan iniciar su actividad una vez acceden a un cargo
después de ser elegidos.
Para nuestro muy honorable Presidente Ximo Puig, los 100 días de cortesía han comenzado.
No
es una tontería la cuestión, pues en esos días se ha de demostrar la capacidad
de gestión nombrando personas capaces por su valía (y no por amiguismos) para
llevar a buen puerto las diferentes Consellerías.
También se ha de generar confianza y optimismo pues ya se han encargado otros de meter el miedo en el cuerpo con eso de “que viene el lobo”.
Dejemos
que los días pasen y veamos qué sucede, que para criticar siempre hay tiempo
aunque no sé si podré aguantar mucho porque ya me están llegando a mis oídos
ciertas cosas bastante descabelladas.