Los desplazados o refugiados y la empatía

 

Partiendo de la base que todo ser humano tiene derechos y que las personas desplazadas por serlo tienen esos mismos derechos, no podemos mirar a otro lado cuando se vulnera el más elemental de todos que es el derecho a la vida.

A mi modo de ver, para entender el problema que se suscita con ellos, se podría resumir en una palabra que pocos entienden y sienten: EMPATÍA.

Si percibiéramos como nuestro el dolor y la desesperación que estas personas sienten al dejar su país de origen sin ninguna posesión salvo lo que llevan encima de su cuerpo, haríamos causa nuestra lo que les pasa.

¿Cómo nos sentiríamos si nos dijeran que a partir de ahora no tenemos casa, dinero ni lugar donde estar, que eres extranjero en todas partes?

Se me parte el corazón ver a esos niños o mujeres que huyen de algo tan terrible como es la guerra o la extrema pobreza y se encuentran con algo mucho peor que es el abandono sin ninguna clase de esperanza.

 No sé cuál sería la solución al problema, pero desde luego no está en ignorarlos, meterlos en centros de confinamiento o mandarlos de vuelta a su país donde con toda seguridad tendrían una muerte segura.

La solución tampoco está en que los acojamos sin más ya que además de admitirlos en nuestro país hay que integrarlos y no de forma puntual sino de manera continuada y a largo plazo.

 Pienso que empezaremos a encontrar la solución a este gran problema cuando seamos capaces de entender lo que sufren las personas desplazadas, cuando sintamos empatía.

Con empatía sabremos valorar lo afortunados que somos y podremos trabajar para tener un mundo más justo para todos.