Os voy a hacer una
confidencia:
Me llamo Mª Pilar pero
realmente me debería llamar Catalina porque el nombre lo llevo por mi abuela,
la madre de mi padre, que así se llamaba y que inexplicablemente nadie la
llamaba de este modo, sino que era conocida como Pili.
El diminutivo nunca me ha gustado, porque quien lo usaba siempre
lo hacía para reñirme o burlarse (Mari Pili); pocas veces en tono cariñoso.
Me hubiera gustado saber más sobre mi abuela. Solo sé que era de
Navarra y murió joven; ni mi padre me contó nunca nada de ella ni mi madre hizo
algo para que conociéramos esa parte de la familia.
Quiero pensar que esa abuela que no conocí y no me
conoció, en algún sitio me sonríe, como en la única foto que tengo de ella.
Hoy, en el día de mi
santo, me acuerdo que pude llamarme Catalina, otro nombre que también me
hubiera gustado.