De escaleras y ascensores
Y terminó lo que empezó en una escalera y después continuó en un ascensor.
La escalera se desmoronó y el ascensor se precipitó en caída libre desde el noveno piso.
Se terminó, para siempre, del todo, definitivamente y en todos los planos.
Después de un año de idas y venidas, de besos y riñas, su historia acababa.
Se demostraba que eran como el agua y el aceite. Cuando se remueven en un vaso parece que por un segundo van a mezclarse pero al dejarlos reposar vuelven a estar separados.
Ella no iba a derramar ni una lágrima más;
ya había llorado bastante.
No diría o escribiría nada más;
todo estaba dicho y repetido ya hacía tiempo.
Lo que sí haría es grabar a fuego en su memoria las últimas palabras escritas para nunca olvidarlas y para no volver a cometer el mismo error.
¿Podría no recordar momentos vividos?
Sí, olvidaría y seguiría adelante. Era una sobreviviente ya de varias guerras.